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Séptima Partida

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Mensaje  Johann Brahms Mar Dic 30, 2008 2:01 pm

25-12-1751. Savannah.

Volvimos de dar un pequeño paseo por la ciudad, pero como era una hora muy tardía, pronto estábamos en la hospedería de la compañía. William, Randall, el doctor y Jack se sentaron a la mesa y comenzaron a hablar, pero sin saber bien cómo, pronto empezó una discusión por las edades, por los trabajos que iban a desempeñar y por la condición social de cada uno. Por suerte, la discusión no fue a mayores y pronto William cambió el curso de la charla y comento con el resto lo que había visto la noche que se quedó en el barco, antes de que lo incineraran. William narró como había visto a un hombre de ropas elegantes que llevaba un anillo con una calavera y un fémur mordiéndolo, unas runas extrañas rodeaban la frente de la calavera. Ese hombre dijo algo y salto por la borda al agua, pero para sorpresa de William, no hubo ningún chapoteo que delatara donde había caído tan extraño hombre.

Ya tengo lo que quería…

Y por lo visto, William decía que ese símbolo tan tétrico estaba adornando un bastón, el de lord Nobel Johnnes.

Un golpe de viento abrió repentinamente una ventana.

Tras este pequeño susto, William siguió hablando. Cuando estuvo en la mansión de la hacienda Wormslow llegó a un estanque drenado desde una viaja atalaya, el gato atigrado. El estanque tenía unas escalinatas hacia abajo, y en su interior unas bodegas donde el lord cuidaba unos gusanos de seda, pero de un gran tamaño, algo repugnante. En una de esas estancias, John Miles se asustó al ver algo que William no pudo ver, pero éste comenta que luego, a la hora en que todos estábamos reunidos tomando el té en la mansión, John no recordaba absolutamente nada de ese susto ni lo que se lo había provocado.

El discurso de William se alargó hasta altas horas de la noche y en ese punto decidimos ir a dormir. Frederick, antes de acostarse miró por la ventana. Un cuerpo humano se balanceaba inerte en la plaza del puerto. El negro que había intentado escapar la tarde anterior aún servía de advertencia para el resto de los negros allí en Savannah.

26-12-1751. Savannah.

Nos despertamos pronto, a pesar de lo tarde que nos dormimos. Por la ventana vemos que una barcaza acaba de llegar a puerto y decidimos ir a echar un vistazo. Allí, Jack habla con un tal John y este después de una pequeña charla, le acaba ofreciendo un trabajo de capataz en la plantación Cadok, río arriba. Es una oferta tentadora, pero Jack la rechaza. Pronto los nuevos colonos empiezan a descubrir la ciudad que se abre ante ellos.

En el mismo puerto, la taberna de Joe parece tener una gran afluencia. Cerca de la plaza del mercado se levanta la iglesia, mientras que al norte de la ciudad, por una vereda privada se puede llegar hasta un peculiar edificio, que desentona con la arquitectura general de Savannah. Se trata de una institución mental, Bethesda de nombre, allí es muy probable que se encuentre ahora Eugeni.
Intentamos ir a misa aquella misma mañana…pero algo nos hizo salir de la iglesia. Había algo raro en la ceremonia… (Creo que en este punto acordamos cambiar nuestra religión católica por católica anglicana).

William y Jack acudieron al Evening Post, el periódico local. Allí conocieron a Elliot Brown, el editor y hablaron un rato con él. A cambio de una historia, el editor les regalo el periódico del viernes anterior y del próximo viernes, y les permitió consultar el ejemplar en el que venía escrito el artículo “La matanza de Georgia”. De él se pueden destacar unos datos. La expedición partió de Savannah el 24-3-1749 con rumbo al fuerte Augusta. Allí se aprovisionaron y se internaron hacia las montañas conocidas como los Apalaches. Y fue en sus estribaciones donde encontraron la muerte a manos de la tribu de indios conocida como Cherokee. El 13-4 se descubre la matanza, veinte muertos, toda la expedición refleja el artículo, pero Elliot nos comenta que sí hubo supervivientes. También nos dice que esa zona esta muy cerca de la guerra, entre franceses e ingleses.

Datos poco halagüeños teniendo en cuenta que es posible que nosotros tomemos el mismo rumbo que esa expedición.

Al salir del periódico vimos a tres mujeres con hábitos, Moravian las llaman. En Savannah no son bien recibidas. Parece que vienen de Evenecer, un pueblo a 25 millas de la ciudad.

Mientras tanto, Randall hacía inventario en el hospedaje de la comida que nos quedaba. Rick le ayudaba.

Flynn, a primera hora de la tarde acude a la consulta del doctor local, para presentarse e intentar obtener trabajo, pero a juzgar por la cara del doctor a su regreso, no debió salir la visita como el esperaba.

William y Jack volvian al hospedaje. Habían estado leyendo el periódico del que sacaron que los negros apenas llevaban como esclavos tres años, después de las presiones de los fideicomisarios a Oglenthorpe. También comentaba la violación de un negro a una doncella en una hacienda y la pasividad de los casacas en el asunto. Y por último, el periódico hablaba del futuro de Georgia con el barón Reynolds al frente.

A media tarde todos estábamos de nuevo reunidos en el hospedaje y decidimos hacer una visita a nuestro amigo Simon, el representante de la Compañía de las Indias, y averiguar lo que fuera de nuestros contratos. El pobre se quedó blanco al vernos y nos dijo luego, que aun no había novedades en el asunto. Así, decidimos volver a casa a cenar.

Pero para sorpresa de todos, una carreta estaba esperándonos en la puerta y el cochero tenía órdenes de llevarnos a la hacienda Wormslow. Así pues, nos pusimos en camino hacia la mansión. Poco a poco, la noche se apoderaba de Savannah.

Llegamos a las puertas de la hacienda de noche, y nada más entrar vimos que había revuelo y escuchamos un disparo. El cochero se apresuró a llevarnos hasta la mansión pero en el trayecto pudimos percatarnos de que se había iniciado una persecución con perros y antorchas por la hacienda. En principio pensamos que se trataba de un negro, pero algo llamó la atención de Jack. Entre dos árboles vio como un grupo de hombres acorralaba contra un árbol a un indio, no un negro. Tenía la cabeza totalmente rapada y hablaba en un extraño idioma. Jack vio como antes de que se le echaran encima ocultaba algo en el tronco del árbol que tenía detrás. Luego vio una figura enclenque que se aproximaba a él arma en mano.

Nadie me roba…

Sonó otro disparo y el indio cayó a tierra, muerto.

Ya habíamos llegado al porche de la mansión cuando ocurría este incidente y allí nos hicieron esperar. Pero Jack tenía que averiguar algo. Salió de la mansión, y Randall le siguió. Llegaron hasta el árbol donde había muerto el indio. Jack metió la mano en una oquedad y encontró algo, un pergamino arrugado. Sin mirarlo se lo guardó en la bota y volvió corriendo a la casa, con Randall. Apenas regresaron con los otros, una puerta se abrió y sonó una poderosa voz.

El señor les está esperando.

Era el mayordomo negro del lord que les invitaba a pasar a un antiguo salón, con viejos muebles cubiertos por sabanas. Un espejo destacaba entre ellos.

Al poco hizo su atrición lord Nobel Johnnes y después de la bienvenida nos habla directo al grano del motivo de nuestra presencia allí esa noche, que no es otro que concretar los términos de nuestros nuevos contratos y hacernos notar que es un privilegio el poder firmarlos. Los contratos implican una expedición, nuestra expedición. Iremos al norte hacia los Apalaches. Las tierras de la zona son muy fértiles y lo que es más importante, tienen un alto valor estratégico para la corona británica. Están muy cerca de carolina del Sur, territorio francés, con lo que ello implica. El objetivo de la expedición es establecer una colonia y afianzarla en el lugar, para así poder abrir una vía de comunicación con las tierras más al oeste. Para ello, según el contrato, se nos cederá un acre de tierra (4000 m² aprox.) a cada miembro de la expedición. Al frente irá un barón. Tras esto, irrumpe en el salón una persona, el barón que se presenta como Adolf von Kinder etc ect, al que podemos llamar Frederick o barón Frederick. Una persona de ropas elegantes, alemán de nacimiento y con un curioso anillo con una calavera mordiendo un fémur…Rápido toma la palabra y nos sigue hablando de la expedición. Será él quien encabece la misma, ya que entre sus múltiples facetas, está la cartografía. Nos habla de que los franceses ya han empezado a colonizar las tierras al oeste de los Apalaches, y la corona británica no quiere perder oportunidad. Las tierras del oeste son muy ricas y abundantes lo que da mayor importancia a la expedición. Saldremos diez hombres en total, con el barón a la cabeza y nos remarca que para que la misión tenga éxito, debemos permanecer en el lugar durante al menos tres años, fecha a partir de la cual, el acre será nuestro. Evidentemente, una recompensa así no esta exenta de peligros. El barón menciona tres tribus de indios en las cercanías, los Cherokee, los Chickaws y los Creeks. Una vez en el lugar, el barón determinará exactamente cual, habrá que elegir un alguacil que velara por hacer cumplir las leyes de la corona en el lugar. Será cuando el barón determine que la colonia está asentada cuando traigan a nuestros familiares del viejo mundo, no antes.

Tras la explicación y concretar los por menores, procedemos a rellenar los contratos.
Lord Nobel Johnnes hacia ya unos momentos se había ausentado para atender unos asuntos en su estanque y poco después de cumplimentar los contratos, también el barón nos abandona, dejándonos solos en el salón. William, durante toda la explicación de la expedición había estado comportándose de forma extraña. Pero fue en este momento, cuando nos dejaron a solas en el salón, cuando Will comenzó a comportarse más extraño aun. Sin saber por qué, empezó a mirar por las ventanas, a mirar en los espejos, incluso a mirar las cucharillas de plata. Y su cara se tornaba más blanca a medida que observaba esos elementos. Al poco, el mayordomo nos despacha de la mansión, la carreta nos llevará de nuevo a la hospedería, donde debemos esperar nuevas del barón.

Una vez ya en Savannah decidimos pasar y cerrar puertas y ventanas. Todos parecemos estar nerviosos, sobre todo William, nos quedamos mirándolo para que nos cuente que le ocurre. Al parecer, en ese salón de la mansión, William veía formas humanas tras de sí. Pero no a simple vista, sino que veía figuras reflejadas en las ventanas, cubiertos y espejo, figuras que en realidad no se podían ver a simple vista. A pesar de sonar a historia de fantasmas Will parecía muy seguro de lo que había visto, y a todos nos inundó cierta preocupación.

De repente algo golpeó la contraventana. Al salir no vimos a nadie, todo estaba vacío, salvo por una paloma que sangraba muerta bajo la ventana. Todo parecía indicar que la habían arrojado viva contra el muro. Alguien dijo que aquello era un signo de mal augurio. Unos casacas se interesaron por el alboroto tras el incidente y salieron a buscar a quien hubiera podido atacarnos de esa forma.

Decidimos encerrarnos de nuevo y permanecer alerta.

Jack, con la excusa de comprobar los bajos de la casa, pide ayuda a Frederick para retirar uno de los tablones y bajar a investigar, pero es en ese momento cuando en privado, saca ese pergamino arrugado de su bota y comprueba de que se trata, lo que protegía el indio. No era otra cosa que un extraño mapa.

En ese momento vuelven los casacas. Hay que darse prisa para aparentar que no ocurre nada. Al abrir, nos informan de que no han visto nada sospechoso por el lugar, y luego se marchan, invitándonos a guardar silencio. La noche está muy avanzada.

Y ya una vez dentro, Jack invita al resto a echar un ojo a ese mapa, un mapa que tiene muchos símbolos extraños y unas palabras en latín. Todos, intentan averiguar cosas sobre ese mapa y su significado, todos salvo William que se debate internamente por las imágenes que ha visto en la mansión Wormslow.

Doctor, que es lo que pone aquí abajo?

Déjenme ver, parece latín…ummm alumbre un poco aquí. Ya lo veo:

Post Fata Resurgo.


Aquella noche decidimos pasarla haciendo guardias, no queríamos más sorpresas.

27-12-1751. Vísperas de la expedición.

William sale a la mañana a hablar con el párroco, el resto permanece en el hospedaje. Casi a la hora de comer, recibimos la visita del barón Frederick.

Prepárense, mañana al amanecer saldrá la expedición. Que tengan un buen día.
Johann Brahms
Johann Brahms

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