Segunda partida

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Me llamo... Randal.- Recordaban mentalmente ambos detectives mientras se registraban al salir. La última entrada fue de Cameron Bane, que ingresó a este hombre bien temprano.

El estado de aquel hombre, ese tal Randal, los hacia pensar. ¿Que presenció? ¿Estará involucrado? ¿Se recuperará?

Ambos detectives se dirigen a la comisaría al encuentro de sus otros dos compañeros de investigación.

Mientras Durán verificaba unos datos, Lewis se reunió con Jonas y Henrick el el almacen de pruebas, que estaban afaenados montando, tabla a tabla, astilla a astilla, el increíble puzzle formando aquel simbolo satánico.

Se examinaron varias pruebas y se recapituló datos mientras esperaban a Durán.

Una vez estaban reunidos hace acto de presencia el agente especial del FBI Jay Sullivan.
Con animo de no soltar mas prenda de la cuenta, el agente se defiende ante las preguntas de los cuatro detectives.
Algo "grande" se escondía detrás de esta atrocidad. Se sigue un patrón peculiar.

El clan de los O'connor representa un papel viciado y distinto de la secta de satán, fundada en 1966 por Anton Szandor Lavey, también conocido como el Papa negro. La raíz de la secta cuenta con dos mil seguidores al menos, creciendo día a día.
Reniega de de los sacrificios y profanaciones y promulgan la indulgencia el orgullo y la justicia.

Los actos de los O'connor parece ir por otros cauces. Se repiten una serie de papeles o roles: El anciano, el gigante, el enano y el que subvenciona la compra y gastos de los miembros.

Después de intercambiar puntos de vista sobre quien es el que manda en la investigación , hace acto de presencia Cameron Bane, dejando las cosas aun mas claras.

Cameron Bane se percató de la falta de energía que salía de los detectives y sugiriendo algo de descanso, los detectives tomaron rumbo a sus casas.

La noche no fue, para nada, tranquila.

Durán fue presuntamente atacado por su mascota e intentando defenderse le propino un golpe con demasiada fuerza provocándole casi la muerte.

El ordenador portátil de Saavedra se chamuscó, y recibió una llamada de García, el cual le gritaba auxilio.

Saavedra se personó en la casa de su compañero, tirando la puerta abajo ayudado de los agentes que se personaron ante los ruidos de disparos.
La casa estaba vacía y la ventana que daba acceso a la escalera de emergencia, abierta.
Saliendo en su busca, Saavedra consigue encontrar a García, en pijama, con cara de haber visto fantasmas.
No era para menos, ruidos, sonidos y susurros lo habían empujado a salir con lo mínimo de su departamento.
Tras tranquilizarse y convenir que dormirían en casa de Saavedra, pero una serie de llamadas sin contestación por parte de Lewis, intranquilizaban a este, queriéndose personar en su piso para comprobar estuviera bien.

Al llegar, vieron un cordón policial y las luces de los bomberos, que se peleaban por desplegar el cojín inchable... alguien se iba a tirar y los detectives lo conocían.

En un acto reflejo Saavedra se lanzó atravesando cordón policial, corriendo por los pasillos y llegando justo a tiempo a la ventana por la que estaba a punto de precipitarse su compañero Lewis.

Estaba fuera de si, como si poco a poco se diese cuenta de donde estaba. No recordaba nada Pero... todo era muy raro, Saavedra lo atribuyó a las drogas y/o medicamentos esparcidos por la mesa del salón.

Todos decidieron, una vez se vieron más tranquilos, retirarse a sus casas. Jonas se iría finalmente a dormir a casa de Durán.

Apenas unas horas más tarde, seguían las sorpresas. El resultado de la autopsia del hombre corpulento con la motor-sierra unida a su brazo. Y no podía ser... parecía haber muerto hace meses y no ayer.